Una habitación roja, una vela parpadeante y una jugosa mujer con una máscara negra, con orejas de gato. Sus piernas abiertas y esperando ser castigada. ¿No es esto lo que todo macho brutal sueña, no es este el espectáculo que su cerebro imagina? Sus bragas colgando de la boca sólo acentúan su humillación. La empujan hasta el fondo, jadeando, pero ¿quién va a compadecerse de ella? Sus bragas se balancean de un lado a otro, la polla en tensión golpea con fuerza su húmedo agujero. Y no hay otro camino con la perra: ¡debe obedecer dócilmente todas las órdenes del amo!
A la ninfómana le daba igual quién se la fuera a follar: un coche o un perro. Lo principal para ella es tener un orgasmo. Buen tipo: le dio la máxima potencia de vibración a través de su smartphone y luego la folló por todos sus agujeros.